Fuegos artificiales

martes, 31 de enero de 2012

La niña de los tres nombres

 

El siguiente libro ha sido una historia real, contada por una niña en la Segunda Guerra Mundial, a través de las cartas enviadas por su padre.

LA NIÑA DE LOS TRES NOMBRES

En la Segunda Guerra Mundial, Lieneke vivía en un pueblo de Holanda llamado Utrecht con su tío y su madre.

Lineke era una niña judía muy especial, alegre e inteligente.

Tenía tres hermanos llamados Raquel, Bart y Hannie.

Su padre era medico, investigador, científico, artista y daba clases en la universidad, pero lo despidieron por ser judío. Jack, el padre de Lieneke se tuvo que ir para buscar trabajo, de vez en cuando le enviaba cartas a Lineke con dibujos para intentar que la carta resultasen divertidas, aquellos dibujos que dibujaba eran dibujos de Lineke que Jack los volvió a dibujar en el texto.

En el sobre contaba las cosas que le habían sucedido en plan ameno y divertido y también le decía que tenía que ser fuerte en los malos momentos y siguiese con su alegría y que le enviase más dibujos.

El doctor Kokly, el tío de Lieneke, quemó alguna que otra carta por si caía en malas manos, pero al final se decidió por guardarlas en una caja y enterrarlas.

Antes de Segunda Guerra Mundial, Lineke de llamaba Jacqueline; su hermana Raquel tenia celos de ella porque le pusieron el nombre compuestos de sus padres y porque veía todo con optimismo.

A los judíos le tenían prohibido irse a pasear, al campo, irse a pasear al campo, irse al parque, visitar a otros judíos…, lo tenían prohibido todo y les trataban peor que a los animales.

A Lineke por ser judía le quitaron la infancia y la alegría y le cosieron un parche amarillo alojado en el corazón.

Había un colegio especial para judíos que estaba a las afueras del pueblo.

Lieneke para irse al colegio tuvo que coger varios autobuses y se disgustó porque en aquel colegio no había ninguna amiga suya. Pero, más tarde en la escuela conoció a una niña muy simpática llamada Judith que en seguida se hicieron muy buenas amigas.

Al día siguiente, Lineke estaba impaciente para empezasen las clases para que Judith se sentase a su lado, pero vio que no había venido, sabia que no estaba enferma y se preguntaba qué le había pasado, que le habrán hecho.

A Lineke le empezó a dolerle la barriga y a sentirse mal, menos mal que había una mujer muy amable que cuando la vio la llevó a casa.

Después de un tiempo Lineke tuvo sarampión por segunda vez y era una causa muy rara porque el sarampión solo se podía tener una vez, pero caían los que se alimentaban mal. Por lo menos Lineke tuvo la suerte de vivir con un medico y se recuperó fácilmente.

Cuando se hacer acercaron las vacaciones de Semana Santa, a Lineke le adelantaron dos cursos. Pasó de 4º a 6º.

Cada vez vigilaban más a los judíos y Lieneke y sus hermanas, necesitaban un escondrijo. Sus hermanos mayores ya lo tenían.

El padre de Lieneke consiguió un escondrijo para la hermanas pequeñas, gracias a un hermano suyo, que también era medico y tenia mucha confianza. Se llamaba el Sr. Cooleman.

Estuvieron una temporada en su casa. Cuando estuvieron en aquella casa paseaban por el bosque, iban a la iglesia y Lieneke se sentaba bajo un árbol que estaba enfrente del hogar, para pensar en sus cosas. Aunque allí tuviesen más libertades y se pasase menos hambre que en la casa en donde vivían antes. Tenia ganas de irse de esa casa porque echaba de menos a sus padres y al tío Kokly y además las primas con las que vivía no le caían bien.

Se acercaba el cumpleaños de Lieneke, aunque no tuviesen tarta, ni regalos, a ella le daba igual porque se lo pasó muy bien y estaba con su familia. Estaba su madre, el tío Kokly, su esposa y el padre de Kokly.

Decían que el padre de Kokly era un bruto y un bestia, pero a Lieneke le caía bien porque era buena persona y divertido.

Ella con alegría empezó a cantar muy alto con sus familiares. De pronto vino un cura y preguntó que quien era esa niña que cantaba como un ángel y le invitó a cantar en el coro de la iglesia, pero Lieneke no podía cantar en la iglesia porque la verían muchas personas y la podrían descubrir.

Jack tuvo que llevar a Lieneke a otro sitio. La llevó a la casa de su tía Margaret.

Cada vez pasaba más necesidades y la niña estaba muerta de hambre.

El medico les dijo que tenían que irse al sur de Holanda porque allí había más comida y en esa zona era como si la guerra se hubiese terminado. Pero, no podían irse al sur porque allí tenia sus familiares, escondrijo y si se iban les podían capturar. Tenían que quedaros en donde estaban.

Un día todos los judíos de Utrecht se reunieron en el centro del pueblo. Lieneke vio con sus propios ojos como mataban a los judíos y salpicaba por las paredes, pero gracias al padre de Kloky no le hicieron nada y se fue a la casa de su tía Margaret sin ningún rasguño.

Jack le dijo a Lieneke que tenía que irse a la casa de Dijte, un familiar suyo, donde estaban sus tres hermanos.

Al final Lieneke vivió con Dijte y todos sus hermanos, llevándose con ella la caja en donde estaban todas las cartas de su padre.

Comentarios:

Hay novelas que se deben leer. Porque te cambian, porque se quedan contigo durante mucho tiempo, porque sus personajes se convierten en tus amigos y lo que les sucede pasa a ser de tu incumbencia. Novelas que hacen del mundo un lugar mejor. Historias sobre gente extraordinaria que convierten lo cotidiano en mágico y lo imposible en posible. Son los libros que te llevarías a una isla desierta, que regalarías a tus amigos o que querrías que tus hijos leyeran. La niña de los tres nombres es una de esas novelas.
En ella encontrarás personajes inolvidables y, sobretodo, conocerás a Lieneke, una niña de nueve años muy, muy especial, y a su padre, un hombre divertido, sensible e inteligente que durante dos años realmente difíciles le mandó unas cartas tan maravillosas que hoy están en un museo y millones de personas las admiran. Y es que Lieneke y su padre existieron en realidad. Y su cartas están reproducidas en las páginas de esta novela. Un legado de optimismo y sutileza del que todavía hoy podemos aprender todos.

La niña de los tres nombres
es todo esto, y todavía un poco más. Es un libro entre un millón.

Relacionados:

http://www.elmundo.es/elmundo/2008/11/11/cultura/1226427787.html

6 comentarios:

  1. Me tienta la historia, la tendré en cuenta.
    Es cierto, hay libros que nos acompañan toda la vida
    Un beso grande

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  2. Hola !!! Muchas gracias por compartirlo !!!

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  3. Hola Ana:

    Muchas gracias por tu comentario
    Me alegra que te haya gustado el resumen

    Un abrazo muy fuerte

    S.J.

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  4. Hola Cristina:

    Muchas gracias por tu comentario

    Un abrazo muy fuerte

    S.J.

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  5. No he leído el libro, pero sí el resumen y veo que es interesante

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